Dicen los expertos que en toda relación con otra persona deben prevalecer siempre al menos tres grandes pilares: confianza, respeto y amor. Los cuales deben empezar siempre aplicándose con uno mismo, para luego ser capaz de aplicarlos o esperarlos de los demás.
Cuando alcanzamos nuestros propios límites emocionales, la mayoría de seres humanos, instintivamente, tendemos a ponernos a salvo. ¿Cómo? Jerarquizando prioridades. Lo difícil es, precisamente, establecer nuestras prioridades por sobre otra persona, toda vez que el concepto tradicional de amor que hemos aprendido implica dar todo por la otra persona; es decir, hacer de su felicidad, la nuestra.
Evidentemente, todos aportamos taras a nuestra relación de pareja, y las crisis solo nos advierte que la enfermedad avanzó más rápido de lo que imaginamos o en algunos casos, se manifestaron de la nada, confundidas con la buena convivencia, el compromiso o deber por la otra persona. Pero en cualquiera de estos casos, conviene buscar ayuda profesional para superar estas deficiencias emocionales nuestras y comunes. Pretender que el tiempo o la distancia -por sí solas-, aclaren confusiones, solidifiquen sentimientos, reafirmen convicciones y recuperen la confianza perdida, es como esperar que una persona cambie sin tomar conciencia de que debe hacerlo.
Claro, que esta conciencia de necesitar ayuda pasa por reconocer que algo estuvo mal, porque sino, ni siquiera se empieza a leer un post como este.
¿Se puede perdonar sin olvidar? Particularmente, pienso que no es posible. Ese es el perdón maquillado de los soberbios y esconde una íntima convicción de superioridad moral, y no en vano es el primero y más grave de los pecados capitales.
El término "capital" no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados. De acuerdo a Santo Tomás de Aquino (II-II:153:4): "Un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal".
Felizmente los pecados corresponden a nuestro libre albedrío y no están inscritos en ningún código genético o rasgo hereditario como intentan hacernos creer ciertas sectas religiosas. Siempre podemos hacer un alto y reformular nuestro destino.
super bia
Cuando alcanzamos nuestros propios límites emocionales, la mayoría de seres humanos, instintivamente, tendemos a ponernos a salvo. ¿Cómo? Jerarquizando prioridades. Lo difícil es, precisamente, establecer nuestras prioridades por sobre otra persona, toda vez que el concepto tradicional de amor que hemos aprendido implica dar todo por la otra persona; es decir, hacer de su felicidad, la nuestra.
Evidentemente, todos aportamos taras a nuestra relación de pareja, y las crisis solo nos advierte que la enfermedad avanzó más rápido de lo que imaginamos o en algunos casos, se manifestaron de la nada, confundidas con la buena convivencia, el compromiso o deber por la otra persona. Pero en cualquiera de estos casos, conviene buscar ayuda profesional para superar estas deficiencias emocionales nuestras y comunes. Pretender que el tiempo o la distancia -por sí solas-, aclaren confusiones, solidifiquen sentimientos, reafirmen convicciones y recuperen la confianza perdida, es como esperar que una persona cambie sin tomar conciencia de que debe hacerlo.
Claro, que esta conciencia de necesitar ayuda pasa por reconocer que algo estuvo mal, porque sino, ni siquiera se empieza a leer un post como este.
¿Se puede perdonar sin olvidar? Particularmente, pienso que no es posible. Ese es el perdón maquillado de los soberbios y esconde una íntima convicción de superioridad moral, y no en vano es el primero y más grave de los pecados capitales.
El término "capital" no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados. De acuerdo a Santo Tomás de Aquino (II-II:153:4): "Un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal".
Felizmente los pecados corresponden a nuestro libre albedrío y no están inscritos en ningún código genético o rasgo hereditario como intentan hacernos creer ciertas sectas religiosas. Siempre podemos hacer un alto y reformular nuestro destino.
super bia
1 motivaciones:
Todos tenemos algo de soberbia; el problema es cuando nubla nuestro raciocinio. Costumbre de muchos!!
Besos
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